
Un compromiso que resiste el paso del tiempo
El incentivo de comer en el colegio todos los días anima a los niños a asistir a clase, brindándoles la oportunidad de recibir una educación y la esperanza de un futuro mejor.
Si alguna vez asistes a un evento de Mary's Meals, ves una de nuestras películas o hablas con alguien implicado en nuestra labor, probablemente no pasará mucho tiempo antes de que escuches la palabra “compromiso”: un concepto clave en nuestro programa de alimentación escolar y en el impacto duradero que tiene en la vida de los niños y sus comunidades.
Desde hace más de 20 años, Mary's Meals trabaja en colaboración con comunidades afectadas por la pobreza y la inseguridad alimentaria para cumplir de manera constante la promesa de que los niños reciban una comida cada día que asisten al colegio. Actualmente, más de 2,6 millones de niños dependen de nuestras comidas, lo que supone una enorme pero valiosa responsabilidad.
Pero, ¿por qué es tan fundamental este compromiso en todo lo que hacemos y para los niños a los que damos de comer en el colegio?

Reducir el hambre infantil en el colegio
Los niños están en el centro de todo lo que hacemos en Mary's Meals. Nuestra prioridad es que no pasen hambre mientras están en el colegio, porque sabemos que reducir el hambre infantil es clave para mejorar su capacidad de aprendizaje.
Nuestras investigaciones, verificadas de forma independiente, muestran que Mary's Meals reduce el hambre de niños y niñas año tras año, y que esa mejora inicial se mantiene con el tiempo.
En Mozambique, por ejemplo, antes de comenzar el programa, el 93% de los niños decía pasar hambre todos los días de clase. Sin embargo, una vez empezaron a recibir las comidas escolares, el 92% afirmó que ya no se preocupa por el hambre durante el horario escolar.

Mejorar el acceso a la educación
Se calcula que 71 millones de niños en edad de educación primaria están actualmente fuera del sistema escolar, en un momento en que los conflictos, las dificultades económicas y los fenómenos meteorológicos extremos siguen afectando de forma desproporcionada a las comunidades más vulnerables. Esta pérdida de acceso al aprendizaje ha ampliado las desigualdades existentes, afectando sobre todo a quienes ya estaban en situación de exclusión.
Las comidas escolares son un incentivo demostrado para asistir al colegio, y los centros donde servimos nuestras comidas registran un aumento en la matrícula y la asistencia. En nuestros programas de Kenia, Liberia, Malawi y Zambia, cerca del 71% informa de una disminución en el abandono escolar gracias a la labor de Mary's Meals. Este impacto también se refleja en los testimonios de los propios niños: el 75% de ellos asegura que nunca abandona la escuela antes de tiempo por causa del hambre.
El profundo nivel de necesidad que se vive en las comunidades donde servimos nuestras comidas está en el origen de todos estos resultados. Nos centramos en zonas donde la pobreza y la falta de acceso a la educación obstaculizan el desarrollo infantil, y donde las comunidades afrontan desafíos como el cambio climático, los conflictos o la inseguridad alimentaria.

Más que una comida en Madagascar
Cuando Aimee, una alumna de Madagascar, describe su camino al colegio, cuesta imaginar que una niña de solo ocho años recorra ese trayecto cada mañana. Pero ella lo relata con tanto detalle que queda claro que conoce bien cada paso.
«Salgo del pueblo, camino por los diques de los arrozales, cruzo un río, subo una montaña, sigo por el camino, atravieso los bosques de eucaliptos, vuelvo a cruzar otro río, camino un poco más… y entonces llego al colegio».
Tarda una hora en llegar. Y otra en volver.
Lo más sorprendente es que durante mucho tiempo hacía ese trayecto casi sin comer cada día. Entonces, caminaba más lento y el hambre le afectaba durante toda la jornada escolar.
Aimee cuenta:
«Cuando no había comida en el colegio, tenía hambre. No podía caminar deprisa, ni hacer esfuerzo, ni estudiar bien en clase. También tenía hambre al volver a casa».
Ahora que las comidas de Mary's Meals forman parte de su rutina escolar, Aimee ha notado un gran cambio. Presta atención en clase y, cuando su profesora le hace una pregunta, se levanta para responder. Está convencida de que su capacidad de concentración se debe a que ya no pasa hambre.
«Desde que hay comedor en la escuela, no tengo hambre y estudio bien, puedo concentrarme y escuchar a la profesora».
El futuro de Aimee puede traer nuevos retos y obstáculos en el camino, pero con la promesa de una comida escolar nutritiva que le ayuda a aprovechar al máximo su educación, su recorrido será mucho más llevadero.
Solo cuesta 22 € alimentar a un niño con Mary's Meals en su lugar de educación durante todo un curso escolar.